[I won't translate this blog post. It's about a local cellphone company, so unless you live here, you are not interested]
Paro los que no lo sepan, Claro es una compañía de telefonía celular(ex CTI en Argentina). Hace poco hicieron una fiesta o algo parecido para celebrar su cambio de nombre, o estandarización al formato que usa en el resto de América Latina, o lo que sea que hicieron que aparentemente vale la pena celebrar. ¿Cómo me enteré de esto? No, no me invitaron. Vi una propaganda en televisión. Pero eso no es el punto.
Lo que me molesta del asunto es que en la antes mencionada propaganda aparecen una banda de famosos locales y ejecutivos de la compañía hablando de todo lo que significa Claro y como es un mensaje de claridad y alegría. Claridad por su propio nombre, Alegría por el nombre de un espectáculo del Cirque du Soleil que auspician. Sí, eso. Nombres. Cambian de nombre, pagan para que venga un circo, ¿y de repente toda la filosofía de su compañía se transforma radicalmente?
Disculpen mi escepticismo.
Las compañías de celulares son conocidas principalmente porque tienen sistemas absurdamente complicados y molestos, para sus usuarios por lo menos. Hacer un cambio de plan o salir de la compañía requiere meses de planeamiento y gritarle a unos cuantos empleados por teléfono y en persona, mientras que cada tanto un error en el sistema interpreta tu "no" como un "sí"y ya estás pagando el doble por mes sin previo aviso. Movistar lo hace, Personal lo hace y CTI lo hacía. Pero ahora, por un par de nombres, tenemos que creer que va a haber una metamorfosis empresarial, van a eliminar toda la burocracia y todos vamos a ser felices. O por lo menos, alegres.
No sé, por ahí soy un poco ingenuo, pero siempre fui de la creencia que las palabras tienen un significado por una razón. Que su propósito no es sonar bien y crear una asociación positiva al ser arrojadas alegremente en una publicidad, sino que al usar una palabra, estamos asegurando a nuestros interlocutores que sabemos lo que significa, que entendemos todo el concepto detrás de la palabra en el contexto en el que la estamos usando, y que ese concepto refleja la verdad. No es el caso con esta propaganda (y muchas otras, y muchos otros medios).
No digo que puedo predecir el futuro, pero por lo menos estoy convencida, más allá de cualquier duda razonable, que Claro no va a ser diferente de CTI, por lo menos en lo que concierne a alegría y claridad. Que nadie va a estar festejando cuando llame al número de servicio al cliente y tenga que esperar tres horas para que le digan que no pueden hacer nada por su problema. Que sus prácticas empresariales van a seguir con lo que ya es el estándar del sector, burocracia, ignorar al cliente, hacer el mínimo esfuerzo posible. Porque saben que nadie va a cambiarse de empresa por eso. ¿Para qué, si las demás son iguales?
En resumen, me molesta. Me molesta que exalten como una filosofía de vida enfocada a la felicidad del cliente lo que no es más que una movida financiera, y pretendan que dos nombres son justificación suficiente.
Paro los que no lo sepan, Claro es una compañía de telefonía celular(ex CTI en Argentina). Hace poco hicieron una fiesta o algo parecido para celebrar su cambio de nombre, o estandarización al formato que usa en el resto de América Latina, o lo que sea que hicieron que aparentemente vale la pena celebrar. ¿Cómo me enteré de esto? No, no me invitaron. Vi una propaganda en televisión. Pero eso no es el punto.
Lo que me molesta del asunto es que en la antes mencionada propaganda aparecen una banda de famosos locales y ejecutivos de la compañía hablando de todo lo que significa Claro y como es un mensaje de claridad y alegría. Claridad por su propio nombre, Alegría por el nombre de un espectáculo del Cirque du Soleil que auspician. Sí, eso. Nombres. Cambian de nombre, pagan para que venga un circo, ¿y de repente toda la filosofía de su compañía se transforma radicalmente?
Disculpen mi escepticismo.
Las compañías de celulares son conocidas principalmente porque tienen sistemas absurdamente complicados y molestos, para sus usuarios por lo menos. Hacer un cambio de plan o salir de la compañía requiere meses de planeamiento y gritarle a unos cuantos empleados por teléfono y en persona, mientras que cada tanto un error en el sistema interpreta tu "no" como un "sí"y ya estás pagando el doble por mes sin previo aviso. Movistar lo hace, Personal lo hace y CTI lo hacía. Pero ahora, por un par de nombres, tenemos que creer que va a haber una metamorfosis empresarial, van a eliminar toda la burocracia y todos vamos a ser felices. O por lo menos, alegres.
No sé, por ahí soy un poco ingenuo, pero siempre fui de la creencia que las palabras tienen un significado por una razón. Que su propósito no es sonar bien y crear una asociación positiva al ser arrojadas alegremente en una publicidad, sino que al usar una palabra, estamos asegurando a nuestros interlocutores que sabemos lo que significa, que entendemos todo el concepto detrás de la palabra en el contexto en el que la estamos usando, y que ese concepto refleja la verdad. No es el caso con esta propaganda (y muchas otras, y muchos otros medios).
No digo que puedo predecir el futuro, pero por lo menos estoy convencida, más allá de cualquier duda razonable, que Claro no va a ser diferente de CTI, por lo menos en lo que concierne a alegría y claridad. Que nadie va a estar festejando cuando llame al número de servicio al cliente y tenga que esperar tres horas para que le digan que no pueden hacer nada por su problema. Que sus prácticas empresariales van a seguir con lo que ya es el estándar del sector, burocracia, ignorar al cliente, hacer el mínimo esfuerzo posible. Porque saben que nadie va a cambiarse de empresa por eso. ¿Para qué, si las demás son iguales?
En resumen, me molesta. Me molesta que exalten como una filosofía de vida enfocada a la felicidad del cliente lo que no es más que una movida financiera, y pretendan que dos nombres son justificación suficiente.
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